jueves, 7 de noviembre de 2013

EL AMOR LLEGO EN EL MOMENTO EQUIVOCADO


Ya han pasado casi 6 años desde que lo conocí. En nuestro primer encuentro tan sólo tenia 15 años. Él, un estudiante de bachillerato con 4 más que yo. Ese día estaba dispuesta a subirme a un escenario por primera vez, ese día estaba decidida a vencer a mi miedo a cantar en público, algo que me atemorizaba. Como tenia poco con ello alguien decidió ir a fastidiarme mi tarde, a lo que yo me vine abajo y pensaba en tirar la toalla, pero él sin conocerme de nada se acerco a mi y me dijo: “Lo haces genial Rake, tu puedes”.

Esas palabras me llenaron de fuerza. Quizá en ese momento necesitaba un empujón y fue él quien me lo dio. Llegó el momento y me armé de valor, un valor que no se de dónde saqué pero que me hizo interpretar a la perfección esa preciosa canción (”Eras tú – Merche”) que me recuerda tanto a él.

Pasaron los meses y a pesar de estudiar en el mismo colegio nunca nos cruzábamos, pero algún día tenía que volver a verlo. Llegó el día de Ramos, marzo de 2006, acudimos a la iglesia como cada año. Esta vez había un cambio, antes de ir a comer iríamos a tomar algo con unos amigos de mis padres. Cuando entro se me acerco una de las amigas y me dice: “Raquel, este es Adolfo, mi hermano”. En ese momento sentí una alegría inmensa, como si llevara esperando ese momento mucho tiempo. A lo mejor puede resultaros una estupidez, pero en ese momento sentí que tenia delante al amor de mi vida. Su físico no me impactó, no puedo decir que sea un pivón pero esos ojos…me hipnotizaban.

Mis padres empezaron a salir a menudo con su familia y ambos aparcamos a los amigos. Preferíamos salir juntos a pesar de nuestra edad, nos arriesgábamos a salir con nuestros mayores. Pasábamos noches agotadoras jugando al parchís y riéndonos como nunca. Reconozco que esos fueron los meses más felices de mi vida. La gente comentaba ¡Estos están juntos!, ¡Están enamorados!, pero ninguno decía nada. Sentí esa necesidad plena de estar todo el día con él, cuando llegaba a casa me pasaba horas y horas dando vueltas en mi cama pensando en si el sentiría lo mismo que yo.

Pero como dicen todo lo bueno se acaba y en mi caso no iba a ser lo contrario. Nuestras familias tuvieron una discusión y acabaron a mal. Yo, con 15 años, no supe como reaccionar, me estanqué y pensaba que si yo seguía siendo la misma con ellos mis padres no lo verían bien, así que consciente o inconscientemente dejé de mantener ningún tipo de relación con ellos.

Las primeras semanas me seguía saludando con él, pero ya nada era lo mismo. Sentía que me saludaba por saludar, que lo hacia por cumplir y yo de nuevo me quede sin valor, ya no tenia valor de mirarle a los ojos, porque cada vez que lo hacía me apretaba aun mas ese nudo que tenia en la garganta.

Aún recuerdo cuando nos encontrábamos esas tardes-noches de fiesta. Siempre le veía, con sus amigos, en la primera barra de aquel bar donde tantas veces nos encontrábamos Podía escuchar música y controlarle a la vez hasta que sonaba esa maldita canción, esa canción que atraía todos los ojos de mis amigas hacia mi esperando que me cayera la primera lagrima. No podía evitarlo “Todavía me acuerdo de tí” y es que todavía seguía intacto su recuerdo. Yo esperaba que algún día se acercara a mi y me dijera: “¿Raquel porque no me miras? ¿Porque haces como si no estuviera?” Ninguno de los dos lo hizo nunca. Demasiado iguales, Acuario teníamos que ser.

Le esperé durante un año. 365 días y alguno más le llevaba en mi cartera. Siempre conmigo en una foto que yo misma imprimí, que por cierto aun conservo. Admito que tenía posibilidades con otros chicos, pero yo prefería esperarlo a él. No podía perder la esperanza que aún me quedaba, así que viendo que estaba estancada en aquel capitulo de mi vida sin fin una de mis amigas decidió ir a hablar con él. Sí, sé lo que estáis pensando, esa tenía que haber sido yo. Le pregunto si sentía algo por mi y él respondió que no, cuando mi amiga me lo hizo saber se me vino el mundo encima, pero yo podía con todo, o eso creía.

Abril de 2007. Día de la sidra en un concejo cercano al nuestro. Un camarero, se fijó en mí, se quedo prendado de mis ojos, de mi sonrisa, o eso decía Decide buscarme e investigar sobre mí. No le llevo mucho tiempo conseguir mi correo, pues teníamos algún amigo en común. Se puso en contacto conmigo y fue claro y conciso, pero yo también lo fui Le dije que tenia una espina en el corazón, que lo estaba pasando muy mal y que no tenia ganas de conocer a nadie. Durante mucho tiempo, él fue mi pañuelo de lágrimas. Cada día que pasaba él se enamoraba más de mi y a pesar de eso el nunca dejo de aconsejarme que fuera a buscarle, que fuera sincera. Pensé que se merecía una oportunidad o por lo menos una cita y se la di.

Quedamos y se portó genial conmigo, me decía que a pesar de que yo seguía enamorada de mi primer amor él me esperaría. Le quería tanto… Empezamos nuestra relación Lo que no sabía es que eso no era amor, era amistad, cariño, gratitud, no era amor.

Después de dos años juntos llegó la mejor noticia de mi vida, la locura más correcta que jamás cometí. Íbamos a ser papás. En julio de 2009 llegó mi príncipe, lo más grande que tengo en mi vida, el único que me dice: “No llores mamá”. Porque ya nada es lo mismo. Mi novio sigue echándome en cara que nunca lo quise ni podre querer como quise y quiero a Adolfo, que mi vida es triste, porque me falta un pilar muy importante que es él, porque necesito abrazarle y decirle por fin mirándole a los ojos que lo amo más que a mi vida. Hace unos meses dí un gran paso, le agregué a una red social y él aceptó mi solicitud. Tan solo hubo unos privados en los que no se pudo apreciar nada de interés.

Así que me he rendido, he decidido tirar la toalla y asumir que el amor de mi vida llegó en el momento equivocado y que como tantas y tantas veces hay amores que no son correspondidos.

No podeis imaginaros como me siento. Tengo un vacío dentro que me impide ser feliz, que no logro pasar página de una maldita vez y que esa espina cada día que pasa se clava más y más. No puedo evitar desearle lo mejor del mundo, pero- en el fondo- saber que lo mejor del mundo lo tendría a mi lado, que no puede haber nadie que lo quiera más que yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario