jueves, 31 de octubre de 2013

NO SE SI ME QUIERE



Hola, les cuento mi historia. Estoy enamorada de mi mejor amigo, pero no sé si me quiere como amiga o como algo más.

Tengo 18 años y conozco a este chico desde que nací. Siempre fuimos muy lejanos hasta que cumplí los 13. Bueno a este chico vamos a llamarle DR. Siempre me gusto su forma de ser, y es el único chico del que me he enamorado. Él vive cerca de la casa de mi tía. Y siempre voy allá es los fines de semana y de vacaciones y es cuando lo veo. Nunca habíamos tenido una amistad hasta que cumplí mis 13. El me trata muy bien es muy chistoso y cariñoso, yo siempre soñé con salir con el solos nosotros.

Empezamos a tener una relación de amistad y somos muy unidos. Hasta que cuando cumplí mis 16, a él le habían regalado un carro. Ya era mayor de edad y todo. Entonces me invito a acompañarlo iba a buscar unas cosas que le había encargado su mamá. ͍bamos hablando por todo el camino y de repente nos dimos cuenta qué casi llegábamos a otra ciudad. Luego regresamos y me invito un helado y fuimos a un parque a caminar. Luego me llevó a casa, yo estaba muy contenta.

Pasaron unos meses sin verlo, solo hablábamos por el móvil y por MSN. Cada vez que lo veía dábamos un paseo en su auto y yo siempre iba contenta. Un día íbamos con unos amigos y yo estaba en la parte de atrás del carro y el conduciendo íbamos cantando todos y sentí qué me miraban voltea hacia los lados pero todos estaban cantando felices hasta que le eché un ojo al retrovisor y hay estaba sus lindos ojos mirándome se podía notar que sonreía. Nos miramos un rato pero él volvió a lo suyo.

Llegamos a casa, nos despedimos y me quede pensando en él. Luego, al día siguiente volvió a llegar y estábamos hablando y de repente me empezó a hablar de la chica que le gusta. Yo, muy sonriente, no lo deje notar la tristeza y la rabia que tenia y seguí hablando como si nada. Cuando llegamos a la casa fui a bañarme y ahí lloré y lloré. Para que nadie lo notara me vestí y seguimos hablando, él me miraba mucho a los ojos, así que pensé que había notado que estaba llorando, pero no dijo nada y yo menos.

Así pase estos últimos tres años viéndolo de vez en cuando y paseando en su auto hablando todo como amigos. Nuestra relación se hace mas fuerte somos muy unidos y nos contamos todo. Pero no sé si me quiere como algo más que como amiga. A veces siento que él siente lo mismo, me dice cosas. Me ha cantado canciones, cuando me abraza me siento segura y muy feliz. Pero la mayoría de las veces actúa como lo que somos, amigos. Yo siento que hay algo más pero prefiero dejarlo así porque me da miedo porque no me atrevo a decirle lo que siento. No sé si me quiere. ¿Y si no es así?

¿Y si lo que a veces parece no es? No sé si me podré callar, pero pienso que es lo mejor por lo menos mientras dure esta duda. No sé si me quiere. Quisiera saber, me muero por saber si él me quiere. Me siento mejor ahora que por fin conté esto que siento desde hace tiempo. Gracias por leer mi historia.

AMORES PLATONICOS; AMORES PRECIOSOS, PERO AMORES IMPOSIBLES


Esta historia no es una historia… esta historia es mi vida. Lo que pasa cada día y lo que pienso que no cambiará.

Hace un año y medio escuché una banda y wow, ¡me encantó! Sólo había escuchado una canción, sin ver quien cantaba, ni los integrantes, ni nada pero la banda me fascinó. La canción la escuché en una página de música.

Inmediatamente me metí a todos lados a investigar sobre la banda y pues vi a los integrantes y pues vaya ¡que cueros! Pero de los 4 integrantes que son hay uno que simplemente jamás voy a superar. Prefiero no decir nombres de nada, ya que todos viven para criticarlos en mi cara y eso me molesta.

En fin, en menos de un mes me hice una súper fanática de ellos… cada día aprendiendo algo más de la banda y del chavo.

No se por que, me dicen que estoy loca, pero cada día que pasaba me sentía más cerca de el. No lo conozco, nunca le he hablado. No sabe nada de mí. Pero bueno, el amor es así.

Un día en un foro me enteré de que ellos venían a mi país a una firma de autógrafos. ¡No lo podía creer! estaba demasiado feliz y más rápido que inmediatamente les hable a mis amigas para decirles. La fecha llegó. Ese fue simplemente el mejor día de mi vida… lo recuerdo bien.

Llegamos un día antes de la fecha al lugar donde sería la firma. Cada hora que pasaba estábamos cada vez más emocionadas. Hasta que llegó la hora señalada. No cabía en mí de emoción. El sólo pensar que lo iba a ver en persona era suficiente para alargarme un día de vida.

Por fin llegué hasta él, le había comprado una vaca de peluche (porque en 2 días era su cumpleaños). El la recibió y más tierno que nunca me dijo “¡thank you!”, con la sonrisa más hermosa del mundo, una sonrisa que todavía recuerdo como si aún estuviera en frente de él.

Me sigo arrepintiendo de que lo tuve cerca de mí, como siempre soñé, pero la maldita emoción no me permitió hablar. Me vi como un bulto inservible mirándolo nada más y, de repente, me eché a llorar. Él, tiernamente me dijo “no, please don’t cry” pero al oír esto… lloré más. Que idiota me vi. Pero a pesar de eso, recuerdo ese día como el mejor día de mi vida. El sólo pensar que me vio, me notó y me hablo basta para que la felicidad se me salga por las orejas.

Después, al día siguiente. Un concierto de una radio. Estuvieron ahí y otra vez él me notó, sí. Mis amigas y yo estábamos como locas saltando y gritando a todo pulmón sus canciones. Éramos las únicas 3 chavas tan emocionadas en el concierto, por eso sé que fue a nosotras a las que vio. En un momento, cuando menos me lo esperaba, volteó, nos vio a lo lejos y sonrió. Wow, mágico. Estaba tan feliz que me caí.

Esos dos días fueron simplemente increíbles, pero, después de eso, comenzó mi depresión. El pensar que jamás lo volveré a ver, que tal vez jamás sepa lo que siento por el… me mata.

No quiero pensar en una vida sin el. Una vida sin el para mi no es vida. Estoy amándolo cada día un poco más. Yo jamás escribo versos, jamás he 
sido buena en eso pero mira:
“Reír sin tener motivo,
Llorar sin tener dolor, 
Soñar sin estar dormido… 
Así es el amor.”
“La prisionera de tu voz,
condenada a no besarte.
La que antes de que te vallas,
ya comenzó a extrañarte.


La mendiga de tu luz,
la rehén de tu ternura.
Un grillo que, por error,
se enamoró de la luna.”


Sufro por su amor. Ya quiero verlo otra vez y esta vez no desaprovecharé la oportunidad para hablarle.

NUNCA ME CANSARÉ DE ESPERARLA


No sé que tiene, que me encanta. Su pelo largo y castaño, sus ojos enormes color miel, sus labios perfectos que esconden la más hermosa de las sonrisas, su piel morena. La dulzura de su mirada o su voz. Simplemente, me parece la chica más maravillosa del mundo.

Aún recuerdo cuando la conocí. Fue especial. Estaba jugando con mi mejor amigo al volley en la orilla de la playa de San Fernando, cuando la vi pasar por mi lado con otra chica. Llevaba un bikini azul oscuro que resaltaba el color de su piel y se estaba riendo, con una risa que me cautivó. Recuerdo, que la seguí con la mirada. Fernán (el amigo con el que estaba jugando al volley) me llamó varias veces, pero yo no lo escuchaba. Solo tenía oídos y ojos para aquella niña.

Mi amigo se me acercó. En ese momento lo miré y le dije que quería seguir a las dos chicas del bikini azul y rosa, que se estaban alejando en dirección a las rocas. Mi amigo se rió, me llamó pillín y me acompañó.
Íbamos detrás de ellas, acercándonos cada vez más. Necesitaba saber su nombre. Hubo un momento en el que no sabía si hacerme el loco, o salir corriendo. Ese momento llegó cuando la chica perfecta y su amiga se giraron muy serias y se nos quedaron mirando.

Fernán les guiñó el ojo y me llevó del brazo hacia ellas. Mi mirada se quedó fija en sus ojos. Cuando estaba muy cerca me quería morir de la emoción. Las chicas se miraron entre sí, y nos preguntaron que queríamos. Fernán les dijo que yo quería seguirlas. Mi amigo era un auténtico bocazas, en ese momento quería que la tierra me tragase. Lo único que se me ocurrió decir fue que no era cierto.

Eché un vistazo al rostro de la chica perfecta, su mirada mostraba perplejidad. La chica del bikini rosa empezó a reírse. Fernán, la acompañó. Pero la chica perfecta y yo estábamos en silencio, mirándonos.

Le pregunté su nombre. Alejandra, el nombre era tan bonito como ella. Me encantaba. Yo le dije que me llamaba Juan Carlos. Ya sabía su nombre, solo me faltaba saber la edad. Iba a cumplir 15 años en agosto, era un año menor que yo. Perfecto. En ese momento Alejandra y Marina (así se llamaba su amiga) dijeron que tenía que marcharse, que un grupo de amigos las esperaban en la arena de atrás de las rocas, estaban haciendo un picnic. Oír que se marchaba me hizo sentir un pinchazo en el estómago. Pero aquella tristeza desapareció cuando Marina dijo, que podíamos ir con ellas si queríamos. Enseguida aceptamos. Se notó que Fernán quería estar más tiempo con Marina.

Pasamos las rocas, y allí había un grupo de cinco chicos y dos chicas. Comimos todos juntos, entre miles de risas, contándonos chistes y conociéndonos. Yo no dejaba de mirar a Ale (así la llamaban todos). Ella me devolvía la mirada. ¿Le habría gustado yo?

Todos fueron a bañarse, yo también iba a hacerlo, pero de pronto Ale dijo que se quedaría tomando el sol un rato. Era mi momento para estar con ella a solas. Le comencé a hablar, me sentía más seguro e incluso más ilusionado que antes. Hablamos de todo, y sin darnos cuenta ese día nos habíamos contado todo, los novios que habíamos tenido, como se llamaba su perro, anécdotas, nos intercambiamos el Messenger.

Nos reímos mucho. Me gustaba verla sonreír, y me sentía bien viéndola feliz. Era mi amiga, eso era un gran paso.

Pasaron los días. Al poco tiempo Fernán y Marina comenzaron a salir. Se notaba que se gustaban. Yo cada vez estaba más enamorado de Alejandra. Éramos muy buenos amigos, quedábamos mucho, solos, acompañados, hacíamos muchas cosas juntos, nos contábamos los problemas.

No me atrevía a decirle lo que siento. Porque ante todo era mi amiga, no la quería perder. Pero un día que fui a verla a su casa, la vi con otro. Y desde ese día no volví a llamarla, ni a dirigirle la palabra. Me dolía, me dolía mucho. No soportaba saber que otro tenía lo que yo no, el amor de Ale. Aunque ella me buscaba, yo siempre la rechazaba. Bueno, si ella era feliz, pues ya está eso me bastaba, pero no quería volver a estar con ella ni un segundo más, quería olvidarla. Ni siquiera la felicité en su cumpleaños.

Fernán y Marina llevaban 5 meses juntos, y 5 meses sin ver a Alejandra, y cada día la quería más. No la olvidaba, la imaginaba besando a otro. Me moría.

Aquel día todo cambió, cuando pasé por la playa, justamente la parte donde la vi por primera vez y ella estaba allí, llorando. Corrí a ella y la abracé. Rompió a llorar más fuerte aún. Cuando se calmó me dijo que su novio la había dejado, y que encima a su prima le habían descubierto un tumor cerebral. Estaba destrozada. No se merecía pasarlo así. Quise ir a matar a su ex-novio, pero lo del tumor era muy grave y solo los médicos tenían la solución.

La consolé, la animé, le pedí perdón por no haber estado con ella en todo este tiempo y le juré que siempre lo estaría y que podía contar conmigo.

A los dos meses su prima murió, y yo estaba con Alejandra a todas horas, en todo momento. Necesitaba máximo cariño. La vida le había jugado una mala pasada.

Pasaron 7 meses. Ale lo tenía más o menos superado, ya era más la de antes, la chica sonriente y feliz de la que yo me enamoré. Al año siguiente, seguíamos siendo amigos. Y nada cambió, lo seguimos siendo. Volvió a salir con otro, y yo… no he vuelto a salir con nadie, tengo muy claro que la esperaré, y nunca me cansaré de esperarla, porque si nací fue para amarla.

NOS AMAMOS, PERO NO PODEMOS ESTAR JUNTOS


Hace 13 años conocí al amor de mi vida. Apenas lo vi supe que jamás lo arrancaría de mi corazón, aunque así lo deseara. Entre idas y venidas jamás se concretó, pero pude descubrir que su amor es tan grande como el mío, que lo sentimos cuando estamos juntos es la sensación más maravillosa que pueda existir.

Hoy la vida no nos permite estar juntos, cada uno tomó un camino diferente, pero para bien o mal, el amor esta como el primer día. Las sensaciones, miradas, llamadas son inevitables, nos amamos, nos extrañamos más de la cuenta y no podemos estar juntos porque están nuestros hijos y tenemos cada uno a su lado dos personas sumamente egoístas que se empeñan en sacarnos la felicidad o, si no, a nuestros hijos.

Nos resta esperar. ¿Pero cómo se hace para vivir así? Para vivir pensando que algún día esto va a pasar. Esperamos que ese día llegue para no seguir viviendo de ilusiones, de esperanzas, de miradas, de llamadas y que eso se convierta en lo que siempre, desde hace años soñamos.

martes, 29 de octubre de 2013

TE QUIERO MUCHO


Había una vez un muchacho,el primero en todo: mejor atleta, mejor estudiante, pero lo que nunca supo fue si era buen hijo, un buen compañero, un buen amigo o un buen novio.

En un dia de depresion el muchacho se dejó morir, cuando iba camino al cielo se encontró con un ángel y éste le preguntó: ¿por qué lo hiciste si sabias que todos te querían?

A lo que él respondió: hay veces que vale más una sola palabra de consuelo que todo lo que se sienta... En tanto tiempo nunca escuché: estoy orgulloso de ti, gracias por ser mi amigo. Ni siquiera un "te quiero mucho" de la persona a la que más amé.

Al quedar pensativo el ángel, el muchacho dijo: "¿Y sabes qué es lo que más duele? El ángel, triste, le preguntó: ¿Qué? Y respondió: "Que todavía espero escuchar algún día un 'te quiero'. 

Luego de esto el ángel abrazó al muchacho y le dice que no se preocupe porque se acerca a la única persona que siempre le dijo al oído que lo amaba pero él nunca lo escuchó pero que lo recibe con los brazos abiertos.

Es importante decirle a las personas que quieres, lo importantes que son para ti.

UN CANTO AL AMOR



Justamente, en tiempos de amor, un joven trovador recorría el camino de los sentimientos terrenales, expresaba lo que miraba en su entorno, lo que le provocaba alguna alegría, satisfacción o también alguna tristeza.

Experiencias amorosas le habían sucedido en las cuales ninguna frustración lo detenía, pero en esa ocasión, en la que se encontraba, inexplicablemente una timidez interna lo invadía.

Se sentía confundido, no sabía si la persona que le atraía tanto, que le arrancaba un suspiro, sintiera algo por él o por lo menos lo mirara.

Solamente mantenía su idea firme, el conquistar a esa persona, de la forma más ideal, que cimentara firme e inicialmente un aprecio mutuo, y asimismo edificar una relación duradera, una relación que los llevara a finiquitar la majestuosa construcción del amor.

Increíblemente no tenia la menor idea de cómo hacer que se le cumpliera ese anhelo, no se daba cuenta que tenía las armas, el talento para lograrlo; una chispa desde adentro de su corazón le dijo que la manera más adecuada era expresarlo a través de lo que él mejor hacía, expresar sus sentimientos por medio de sus composiciones, de sus creaciones.

Correctamente lo hizo, realizó por primera vez lo que le mandaba su corazón, no lo que veía en su entorno, compuso una pieza musical, que despertaba los sentimientos más profundos, hacia suspirar, por lo bello que describía, por lo bello que es el amor.

Atinadamente esa composición fue la forma más creativa para llegar a saber si ese amor era compartido, ya que esa creación lograría arrancarle a esa persona una palabra de asombro, palabra que serviría para unir sus voces, y cantar el gran amor que se llegaría a dar.

¿YA SABES COMO AMAR?


Si nuestra más grande necesidad hubiera sido de dinero, Dios hubiera mandado a un economista.

Si nuestra más grande necesidad hubiera sido de conocimiento, Dios hubiera mandado a un educador.

Si nuestra más grande necesidad hubiera sido de diversión o entretenimiento, Dios hubiera mandado a un artista.

Pero como nuestra mayor necesidad era de amor y salvación. Dios mandó a su Hijo, un Salvador, para mostrarnos cómo amar.

Y tu... ¿ya sabes cómo amar?

ROSAS ROJAS PARA ELLA



Las rosas rojas eran sus favoritas. Su nombre también era Rosa. Cada año su esposo se las mandaba atadas con un moño bonito. El año que él murió, le entregaron las rosas a su puerta con una tarjeta que decía: "Sé muy valiente".

Cada año le mandaba rosas y la tarjetita siempre decía: "Te amo más este año que el año pasado en este día. Mi amor crecerá con cada año que transcurre. "Ella sabia que ésta sería la última vez que recibiría rosas. Pero, pensó que, tal vez las había ordenado antes de morir puesto que no sabia lo que iba a suceder.

A él siempre le gustaba adelantarse haciendo todo por si acaso estuviera muy ocupado para hacerlas en la fecha indicada. Por eso ella cortaba los tallos y las colocaba en un florero muy especial que ponía a un lado de su retrato. Después se sentaba horas enteras viendo el retrato y las flores.

Paso un año y era muy difícil vivir sin su pareja. La soledad la había invadido y parecía su destino. Pero entonces, igual que en otros Días de San Valentín timbraron la puerta y encontró las rosas. Entró con ellas en las manos y con gran asombro tomó el teléfono y llamó al florista.

Le contestó el dueño y ella le pidió que le explicara... ¿Quien quería causarle tanto daño? La respuesta fue: "Sé que su esposo murió hace más de un año y sabía que usted me llamaría. Las flores que usted acaba de recibir fueron previamente pagadas. Su esposo siempre adelantaba las cosas sin dejar nada al devenir. Hay un pedido en su expediente pagado por adelantada para que reciba estas flores cada año. También debe saber otra cosa. Hay una notita especial escrita en una tarjeta. Esto lo hizo hace muchos años. Esta dice que si yo me enterase que el ya no está, la tarjeta se la debo enviar a usted al año siguiente".

Rosa se mostró agradecida y colgó hecha un mar de lágrimas, con las manos temblorosas y lentamente tomó la tarjeta con la nota. Se le quedó viendo en un silencio total. Leyó lo siguiente: "Hola mi Amor, sé que hace más de un año que me fui. Espero no haya sido muy penoso recuperarte. Sé lo solita que debes de estar y sé que el dolor es verdadero, pues si fuera diferente sé cómo me sentiría. El amor que compartimos hizo que todo en la vida se viera hermoso.

Te quise más de lo que cualquier palabra puede expresar. Tu fuiste la esposa perfecta, fuiste mi amiga y amante, llenaste todo lo que anhelaba. Sé que sólo ha pasado un año pero te pido que por favor no sufras más. Quiero que seas feliz aunque derrames lágrimas. Por eso las rosas te llegaran todos los años. Cuando las recibas piensa en la felicidad que tuvimos juntos y cómo fuimos bendecidos. Siempre te amé y te seguiré amando pero tu tienes que seguir viviendo. Por favor trata de encontrar felicidad mientras vivas. Sé que no será fácil, pero sé que encontrarás la forma. Las rosas te seguirán llegando cada año hasta el día en que no haya quién abra la puerta. El florista ha recibido instrucciones de tocar a tu puerta cinco veces el mismo día por si saliste.

El día que ya nadie la abra sabrá a dónde llevar las flores... en donde estemos reunidos...

En la vida hay veces que encontramos una amistad especial, alguien que cambia nuestra vida con sólo ser parte de ella.

Alguien que nos haga creer que hay algo muy bonito y muy bueno en el mundo. Alguien que nos convence que hay una puerta cerrada esperando que se abra con la eterna amistad. Una de esas amistades eres tu... ¡Gracias por existir!

SER ROMANTICO


No hay palabras mal gastadas y mal interpretadas que la palabra romántico la cual siempre se confunde con cordialidad y sentimentalismo que suelen ser características de personas premeditadas o frágiles, inseguras o inconstantes.

Ser romántico es sobre todo ser fuerte definido seguro de sus sentimientos y determinado, fiel primeramente a si mismo que respeta a su propio corazón, o sea nunca mercantiliza o juega con la persona a quien ama pues para él el amor es sagrado y por eso sabe elevar a la persona amada a un nivel tan o más alto que el suyo.

Ser romántico es saber dar espacio a la persona amada dentro de sí, sin dejar de amarse a sí mismo amando a esa persona con la misma fuerza con que se ama porque sabe que nada se basta a sí mismo.

Ser romántico es jamás avergonzarse de sus lágrimas como la noche que nunca se avergüenza de sus estrellas, al contrario las luces con orgullo porque así cómo las estrellas adornan el cielo, así también las lagrimas de amor adornan el alma que sufre.

Ser verdaderamente romántico es nunca preocuparse en ganar o perder, es jamás preguntarse a sí mismo si está siendo correspondido o no, si es amado o no, simplemente ama sin miedo, ama sin pedir nada, ama sin culpa, ama porque no sabe hacer otra cosa.

lunes, 28 de octubre de 2013

ME DUELE Q NO SIENTA LO MISMO Q YO




Jamás hubiera pensado que me enamoraría tanto de una persona. Así fue cuando sentí un verdadero amor.

Un 24 de febrero caminaba por la calle. Cuando miré hacia la izquierda, note a una persona, la miré a los ojos y me sonrió. Sentí algo inmenso, porque en sus ojos ví lo que en verdad era amor. No creía en el amor a primera vista, pero ese día quedé completamente convencido de que en realidad existe.

Seguí caminando y note que me seguían, me detuve y me dijo “Hola”. Sentí algo maravilloso, algo inexplicable. Le respondí, no dejaba de mirarlo, me quedé totalmente perdido en él, miraba sus labios, sus ojos, todo su rostro. Charlamos un rato, me invitó a su casa pero no acepté. Tenía mucho miedo a pesar de que me había fascinado. Jamás había visto a una persona más tierna y con tanta seguridad. En ese momento no sabía que hacer, pero cometí la mayor estupidez de no aceptar su invitación. Antes de irse me dió su número de celular, por si cambiaba de opinión. Fui un estúpido, me arrepiento por ese día. Quería estar con él, pero se fue.

Días después me dio su e-mail y empezamos a conocernos. Cada día que pasaba me enamoraba más y más de él, y siempre deseaba volver a verlo.

Un día, charlando por Messenger, me invitó a su casa. Yo, desconfiado como siempre, con miedo, sin embargo acepté. El gran día fue un lunes. Al llegar la hora, salí del colegio y con miedo, me dirigí a su casa. Llegué y empezamos a charlar, no pasó nada. Él sí quería, pero yo no. Muy dentro de mi me decía que sí, pero a pesar de ello, me resistí.

Todo esto duró unos cuatro meses, lo veía una vez a la semana, charlábamos a diario por Messenger y cada día que pasaba me enamoraba más de él.

Un día, con el pretexto de llevarle un obsequio que le había traído de mis vacaciones, le pedí verlo y me dijo que sí. Llegó la hora un 3 de mayo del 2011. Fue el mejor día de mi vida, y así fue como sucedió: llegué, estaba hablando por teléfono, se desocupó y empezamos a charlar. Poco a poco se fue acercando a mi con mucha seguridad, me empezó a acariciar. Le pedí por favor que no lo hiciera, a pesar de que sí lo deseaba y sólo tenía miedo. Me dijo “mírame a los ojos y dime que no quieres”. Lo miré, lo abracé y lo besé. Estuvimos juntos, fue algo sorprendente, algo inimaginable. No quería que terminara, pero terminó. Le dí su regalo y me marché. Me retiré con una gran alegría, y quedamos en charlar esa misma noche.

Esa noche le pregunté “¿te gustó?” y me contestó que se sentía mal por lo que había pasado. Yo, sin nada que decir, le pregunté el por qué. Dijo no saberlo y ya no quiso hablar más del tema. Eso fue un golpe para mí, ya que sólo me ofrecía su amistad. Me sentí fatal, lo amaba, lo amo. Acepté, pero le dije que yo sentía algo inmenso por él, que jamás perdería la esperanza aunque sabía que él amaba a otro.

Me duele que él no sienta lo mismo que yo siento por él. Lo amo porque desde un principio el fue sincero conmigo, pero después de todo este tiempo de conocerlo he aprendido que es un amor imposible, jamás será para mí.

No sé si seguir luchando por él o darme por vencido. Es una decisión muy difícil y sólo lo decidiré el día que lo mire nuevamente y le pregunte si es verdad que no me quiere, como él lo hizo conmigo. Lo miraré a los ojos y le preguntaré si no quiere, y si dijera que no, me iría derrotado. Aunque con un bello recuerdo.

Te amo Enrique.

La historia es bastante buena, pero  parece que el miedo pudo más que el enamoramiento…

NO ESTOY SEGURA SI LE GUSTO



Mi nombre es Marie, tengo 17 años y estoy enamorada de alguien que tal vez nunca se fijará en mí, aunque tengo una amiga que dice totalmente diferente. El chavo que amo se llama Julián y es siete meses mayor que yo. Mi historia es demasiado larga para contarla, pero trataré de contarla lo mas corta posible.

Todo empezó en el 2009 (creo, realmente no recuerdo muy bien). Fue un Domingo en la Iglesia a la que iba en ese entonces. También conocí a su primo y hermana. Desde que lo vi me pareció guapísimo y hacia que mi corazón latiera más de lo normal, pero no fue amor a primera vista.

Paso mas tiempo y dejamos de hablar y eso me dolió por que antes de dejar de hablar él me dijo “Sólo te miro como una amiga”. Y eso lo entendí.

Al siguiente año fue mi quinceañera y el salio de chambelán de una de mis damas. Antes de la recepción todas mis damas y chambelanes nos paseamos en una limusina y al llegar al lugar de la recepción, entramos el y yo a una mini tiendita que estaba cerca y miré un Lucas (dulce de tamarindo) y pensé en voz alta: “Cómo se me antoja un Lucas”. Julián me miro y le dijo al cajero que quería uno y el cajero se lo dio y Julián me lo dio. “Disfrutalo”, ya que no había comido ningún dulce durante casi tres meses antes de mis quince. Lo mire y sonreí Ese detalle de parte de el hizo que me enamorara aun más.

En el 2011 me hice pasar por su admiradora secreta (tontería de la cual me arrepiento) y mi mejor amiga fue la que me ayudo y al ultimo lo deje en paz. Ese año fue uno que nunca olvidaré. Él hacía tantas cosas que me hacia pensar que podría pasar algo entere nosotros. Un día subió su Hermana una foto en el Facebook y una amiga que teníamos en común me dijo que el quería saber si yo estaba bien que no dejara que esa foto me afectara ya que era de una chava que su hermana quería que fuera su cuñada y la había puesto en mi muro.

Ese día me quede atónita. No podía creer que el se preocupara por mi. Ese año también festeje mi cumpleaños con su familia ya que en la Iglesia que atendía nos dijo que visitáramos una familia y con mucha coincidencia mi papa pido a su familia. Ese año me encanto pues la había pasado con la familia del Chavo que quería y como nunca el quiso Llamar mi atención (casi nunca hablábamos). Cuando el y yo hablábamos terminábamos peleando y su Hermana siempre decir que era irónico que el y yo peleáramos.

Llego Año Nuevo, y una amiga con su esposo se vinieron a quedar con mi familia y yo. El día que ella lo conoció me dijo “Se le nota que le gustas”. Yo lo negué, ya que yo sabia que nunca le llegaría a gustar. Su esposo también me dijo lo mismo, que él solo actuaba así para llamar mi atención (ya que cuando hablábamos terminábamos en pleito), pero yo no les creía

Al tiempo ella me volvió a decir que yo no le era indiferente (el significado del cual no se). También fue el año en que empece a ir a la misma preparatoria que el y cada día de la semana iba a su casa para visitar a mi amiga (su hermana) y lo miraba a el.

En noviembre de ese año fui a un viaje con su familia, ya que su hermana y yo somos muy unidos. En ese viaje sentí que era parte de su familia y no exactamente como su hermana. Cuando íbamos en camino nos toco sentarnos juntos (de cuatro asientos el escogió sentarse junto a mí) y luego de sentarse me hizo platica, la cual fue hermosa ya que solo estábamos solos y estábamos sentados lado a lado y no estábamos peleando.

Ese año termino y empezó 2013 y todavía le amo y me gustaría decirle que le amo y que si me podría dar una oportunidad seria perfecto, ya que no soy igual a nadie, pero no me animo a decírselo. Hay veces que nuestros ojos topan y siento como mi corazón empieza a latir como si no tuviera fin y cada vez que pasa un día sin verle siento que me falta el aire. Esta historia todavía no tiene fin, pero me gustaría que si Dios permite terminemos juntos.

Espero les haya gustado mi historia y muchas gracias por su tiempo.

CADA DOS AÑOS


Teníamos dos años cuando nos hicimos enemigos: yo lo amenazaba con quitarle las chuches y él a mí con tirarme del pelo. Dos años más tarde, empezamos el colegio y nos volvimos mejores amigos, no había quien nos separara ni un solo día. Entonces aprendí que no podría vivir sin él.

El tiempo siguió pasando y con 6 años volvimos a ser enemigos, eso sí, íntimos. Puede que nos peleáramos a cada segundo pero si alguno faltaba a clase, nuestras madres se veían obligadas a llamar a la otra para preguntarle qué había pasado y si eso no ocurría, ya podían atenerse a un día de horas y horas de llantos y berrinches.

Para variar, dos años más tarde, volvimos a ser amigos. Nos lo contábamos todo, compartíamos miedos, diversiones, aventuras e ilusiones. Él llegaría a ser un gran científico y yo una gran escritora. Estudiaríamos una carrera en la misma universidad y seríamos amigos para siempre. Sueños demasiado grandes para unos niños tan pequeños, pero éramos los “más listos” de la clase y nos lo creíamos. Con esa edad, todos los demás compañeros de clase empezaron a decir que éramos novios y nosotros, pasábamos de negarlo porque sabíamos que eso no era verdad.

Otros dos años y otra vez enemigos íntimos, aunque esta vez fue diferente. Ahora no nos peleábamos, sino que competíamos. Los dos éramos buenos, pero teníamos que superar al otro en cualquier cosa: notas, amigos, juguetes… todo. No importaba cual fuera el precio, lo importante era ganar. Posiblemente ahí se nos desarrolló la maldita competitividad que nos consume siempre que tenemos que participar en algo.

Doce años. Empieza el instituto y nosotros nos volvemos inseparables… pero yo me enamoro. Llegó un chico nuevo que me desestabilizó de una manera impresionante. Fue mi primer amor, el que me apartó de mis amigas de siempre e hirió a mi amigo en lo más profundo. Yo siempre había pasado de todos los que dijeron que mi amigo no me dejaba nunca porque le gustaba, pero ahora veo que era verdad y comprendo de qué forma le causé tanto daño. Él se hizo amigo del chico nuevo y los dos me lanzaban indirectas, pero yo solo veía las del nuevo y me asqueaban las de mi amigo. Y él lo sabía perfectamente, pues no hay nadie en este mundo que me conozca mejor.

Este chico nuevo, llamémosle Álvaro, me trataba como a una reina y me revolucionaba hormonas en el despertar de la adolescencia nada más verlo. Pero también hizo muchas otras cosas: me enemistó con todas mis amigas y apartó a mi mejor amigo convirtiéndolo en su coleguita al que le contaba “lo mucho que me gustaría comerle la boca a Clara” y pidiéndole que intercediera por él conmigo.

Con todos estos errores, terminó el curso y la cosa se enfrió sin que pasase nada con Álvaro. Pero ya era tarde porque yo estaba enamoradísima de él y no nos habíamos dado ni un beso. Por otro lado, mi amigo, digámosle Fran, decidió que esta vez no iba a aguantarlo más y nos distanciamos tanto que apenas hablábamos. Ese año fue muy duro para mí porque Álvaro no me hacía caso, Fran casi no me hablaba, mis amigas se habían peleado conmigo, era una empollona rodeada de maleantes y mi abuelo enfermó. El único que me dio apoyo fue mi otro mejor amigo, el que siempre estuvo más o menos presente y desde siempre fue como un hermano para mí, algo que nunca consideré a Fran.

Pero llegó el nuevo curso, teníamos casi 14 años y mucho cargo de conciencia. Así que yo, que seguía enamorada, decidí que era momento de recuperar a mi amigo e intentar conquistar a mi amado Álvaro. Pero, ¿qué conseguí? Pues conseguí muchísimo más de lo que esperaba: las mejores amigas del mundo, tener una relación cordial con Álvaro, formar una pandilla en la que estaba Fran y añadir una nueva componente que se estaba enrollando con Álvaro y le atraía Fran. Esa hija de la gran patria me destrozó porque yo había perdido a Álvaro por ser una estrecha y Fran era mío. Llamadme egoísta, pero Fran es mío y de nadie más.

Llegó el verano y parece que se le pasó el interés por mi Fran porque “se interesa demasiado por ti, aunque yo no sé qué te ve”. Así que se centró en el otro y en hacer que se me partiera el corazón. Cada vez que tonteaban Álvaro y ella, yo me deprimía y Fran acudía corriendo a animarme… hasta que un día pasó. Vi como Álvaro y ella se enrollaban. Automáticamente busqué a Fran y lo encontré recogiendo unas cosas para volver a casa del picnic que habíamos hecho la pandilla. Me lancé a sus brazos y lloré desconsoladamente mientras él me acurrucaba en su recién desarrollado cuerpo a la vez que me susurraba que me calmara. No sé cómo pasó pero de repente estaba dando mi primer beso. Fue un beso lento, suave e inexperto, pero el más hermoso que se pueda imaginar. El simple toque de sus labios fue suficiente para comprender que siempre lo había amado.

Meses más tarde, cuando comenzó el curso, nos hicimos novios pero la cosa no iba bien: no hablábamos, no nos habíamos vuelto a besar, ella había cortado con Álvaro y ahora se centraba en pillar a Fran. A los pocos meses cortamos y fue como una liberación porque esperaba recuperar al amigo. Pero ella se entrometió y ahí empezaron dos años de relación fría como un hielo cortante. Cada vez más y más cortante hasta que un día llegó lo que llamo “la gran pelea”. Fran me dijo todo aquello que sabía que más podía herirme en este mundo y yo hice lo mismo. Estuvimos casi un año entero sin hablarnos, sin mirarnos… como si no existiéramos el uno para el otro. Me levantaba pensando en él y me dormía llorando por él, pero el orgullo es muy fuerte y hasta que él cedió, no cedí. Había pasado dos años justos desde que nos peleamos. Volvían los buenos tiempos.

Aunque siguió existiendo cierta tensión durante un tiempo, recuperamos nuestra amistad y todo fue genial aunque no tan profundo como antaño. Pero pasaron otros dos años y volvíamos a pasar el uno del otro: estudios, compromisos, amigos fuera de la pandilla…

Entonces llegó la Universidad y nos fuimos a estudiar a la misma ciudad, como siempre fue nuestro sueño. Tocan los dos años buenos, aunque ya he consumido casi uno entero. Hablamos a todas horas, nos lo contamos todo… hemos vuelto a ser los mejores amigos… y algo más. Porque, a veces, pasa algo más. En ocasiones es sólo un roce al pasar por el lado y otras, una noche de mucho alcohol y poca ropa… pero cuando salta la chispa, es imposible para el incendio que surge entre nosotros. He perdido la cuenta de cuántas veces he dormido en casa de Fran o cuántas él en la mía. Había algo que nos impedía parar cuando empezábamos… o al menos eso pensaba porque ahora ese algo tiene nombre y apellidos. Se han enamorado, lleva un mes con ella… pero el viernes sigue “durmiendo” en mi casa. Sé que está mal y que nos podemos hacer mucho daño pero, lo siento, Fran es mío y a mí me gusta disfrutar de lo que me pertenece. Todavía queda mucho para que se acaben estos dos años.

NO SE SI ES UN AMOR PLATONICO


Hola a todos. Mi historia es la siguiente. Hace más o menos 2 años y algo conocí a un hombre que desde el primer momento que lo vi me gusto. Sentí una atracción inmediata cuando me saludó y su mano por primera vez tocaba la mía. Lo incomodo de esta situación es que conocí a este hombre a través de mi actual pareja.

Conocí a Gabriel un mes de septiembre cuando se celebraba el día del amor y la amistad acá en mi país, cuando el inauguraba su bar. Esa noche no le quité los ojos de encima, recuerdo que estaba todo vestido de blanco, su cabello totalmente negro como el carbón y sus ojos color miel hacían un contraste genial. No sé si mi novio se dio cuenta del impacto que me causó. Probablemente no; ya que yo en esas cuestiones sé disimular muy bien para no ser tan evidente. Quería saberlo todo acerca de Gabriel y con mucho tacto le hice varias preguntas a mi novio sobre él. La única información que obtuve era que él trabajaba también como comerciante en el mismo centro comercial que trabaja mi novio también en un negocio propio. En fin, también supe que estaba separado y que tenia a sus dos hijos a su cargo, ya que le habían otorgado la custodia total de sus hijos. Eso es algo que no entendí muy bien ya que eso es difícil que suceda y que en ese momento no tenia pareja. Eso fue todo lo que pude averiguar; eso sí siendo lo más discreta posible.

De ahí en adelante frecuentamos algunas veces su negocio del bar los fines de semana y no niego que cuando mi novio me decía o me dice que íbamos a ir allá, los ojos se me iluminan como los de una niña en una dulcería. Algunas veces estaba, otras no. Me imagino que debe ser complicado trabajar en el día y parte de la noche también.

En fin, este ultimo diciembre que pasó, mi novio me pidió que le ayudara en su negocio debido a que había mucho trabajo y a veces no había quien le echara una mano. Yo acepté para ayudarle un poco, hasta que supe donde era el local de Gabriel en el centro comercial. Varias veces me lo topé. Entre las cosas que hacia cuando le ayudaba a mi pareja, era cobrar dinero que los demás locales debían por alguna cosa que mi novio les vendía o arreglaba y no era pagada en el momento. Se cobraba al final del día. En varias ocasiones tuve que ir donde Gabriel, tratando de ser lo más natural posible, ya que alrededor había muchos ojos posados sobre nosotros. En especial en mí, ya que mi novio es muy conocido en el centro comercial y por ende también yo, que soy su novia ya muchos me distinguen y me relacionan con él, sentía un no sé que, en un no sé donde, cada vez que sus mirada se cruzaba con la mía. Es como si el mundo se detuviera en ese instante. Hasta ahora es un misterio para mi si alguien sospecha o sospechó de mi actitud frente a Gabriel.

El único chance que tuve de hablar con él sin la mirada inquisidora de nadie, y sin los oídos de los demás escuchando mis palabras hacia él fue un día que agregue su pin del celular en el mío. Lo saqué del teléfono de mi pareja hace varios meses esperando el momento oportuno para agregarlo y poder conversar “a solas”. Pero cuando lo hice- eso sí, después de meditarlo mucho- me invadió mucho temor, como por ejemplo: “¿Y ahora qué digo?, ¿me aceptara como contacto? Mierda, mierda”, pensaba.

Hasta que con la excusa de un partido de fútbol que se jugaría el fin de semana, me atreví a preguntarle si lo transmitirían en su bar, porque quería ir con unas amigas (vaya mentira porque casi no tengo amigas). Su respuesta no se hizo esperar y me dijo que sí y con mucho gusto nos atendería.

Ahí se quedo la dichosa conversación y me pudo la cobardía y el miedo de ser descubierta por mi novio o, peor aún, que Gabriel le mostrara a mi pareja lo que yo le escribía por miedo de quedar mal. Es mas, no sé si a estas alturas se lo habrá dicho. Mi novio es muy poco comunicativo y casi no entra en detalles de nada y nuestra relación de 5 años cada vez se vuelve más monótona y aburrida y con muchos vacios que no entrare en pormenores ahora porque eso ya es otra situación. Tal vez debido a eso yo busqué soñar con otro hombre. Tal vez por eso me gusta tanto Gabriel que aunque no lo conozca muy bien, sé que tiene una energía muy especial, ya que eso si lo he sentido. Y yo, que pensaba que estas cosas solo pasaban en la adolescencia, ahora me doy cuenta que todo cambia. Año tras año uno madura mas, adquiere experiencia, se vuelve independiente, pero nunca, nunca se deja de soñar, especialmente cuando de repente me acuerdo de Gabriel y se me escapa una sonrisa como una niña traviesa. La verdad no sé si solo sea un amor platónico, un sueño o que simplemente idealicé a Gabriel. Estoy completamente segura que él no sabe nada y no se algún día tenga valor para poder decirle que me gusta mucho, que daría lo que fuera tan solo por un beso suyo y que ha despertado en mí sensaciones que pensé nunca más volver a sentir, que inventé un mundo solo para los dos donde nadie puede vernos ni escucharnos.

Si existen otras vidas, o reencarnaciones, quizás en una vida anterior nos conocimos y nos amamos, y por eso siento esa energía de parte suya o, si no, en una próxima vida nos encontraremos de nuevo. Ojalá las condiciones sean otras y nuestras vidas se pudieran unir. Mientras tanto tendré que conformarme con verlo y guardar celosamente este secreto.

viernes, 25 de octubre de 2013

ENAMORADA DE MI PROFESOR


Jamás estuve enamorada hasta que lo conocí. Nunca pensé que podría gustarme, pero de pronto se paseaba él por mi cabeza prácticamente todo el día, y si pasaba alguna semana sin verlo soñaba.

Hay tres cosas que me separan de el, pero a mi me gusta creer, en lo que siento y que es posible: Me lleva 12 años y yo tengo 17, es mi profesor de canto y es homosexual.

Es una persona con la que comparto muchas cosas. Aparte la pasión por lo mismo, me gusta su personalidad, su voz de tenor y yo creo que cuando conocemos la voz de una persona conocemos gran parte de su alma, de su pasión, de las intenciones de su corazón, de la bondad.

Este es el secreto peor guardado porque se lo he contado a muchas personas y no he tenido el valor de contarle por miedo a no verlo mas. No me extrañaría que ya supiera… Con solo un beso qué feliz seria. Quisiera abrazarlo, besarle y decirle lo feliz que lo haría.

Esta es una historia de amor de una sola persona. Una historia de amor que angustia, una histeria de amor que se alimenta. Siete son los meses de enamoramiento y cada vez mas. Por momentos parece que aceptara que es imposible, por todas las razones del mundo. Pero, como dicen, “el corazón tiene razones que ni la razón entiende” y vuelvo a creer.

Es feo tener tanto amor y no ser correspondida, no tener a quien entregárselo, no poder complementarse… y no tener el bendito don del olvido y así dejar de sufrir.

UN AMOR CIEGO


Soy Valeria, me mudé a Chile hace poco. Mudarse significa alejarse de todo lo que siempre te rodeó, amigos, casa, instituto, amores.

En el nuevo instituto estaba sola, no conocía a nadie y nada, me sentía un bicho raro y generalmente soy lo bastante simpática como para hacer amigos rápidamente. Me llevaron a mi clase y me senté en uno de los últimos pupitres, junto a una niña rubia y un chico muy lindo morocho. Me hice amiga de ambos y pronto se volvieron mi mejor compañía. El chico se llamaba Julián y la chica rubia era Patricia. Me sentía muy bien con ellos.

Un día, en el patio de la escuela, Patricia me presentó a la mayoría de los chicos de tercero del secundario. Por último me presentó a Manuel, alto, de pelo castaño y unos ojos celestes de ensueño. Me enamoré perdidamente de él. Cuando estaba con Patricia le contaba todo lo que sentía por Manuel. A mi amiga no le gustaba Manuel y me vivía diciendo que no me convenía, que no estudiaba nunca y que era demasiado agrandado, pero yo estaba ciega y no veía los defectos de mi amado, sentía que tenía que seguirlo por donde él iba.

“Valeria, olvidate de Manuel, no vale la pena” me decía Julián. A veces prefería estar con él, siempre me entendía y sabía que decirme pero ahora no entendía por qué estaba tan en contra de mi amor.

Después de algunos meses me di cuenta de que Manuel me había descubierto y no me quitaba la mirada. Algunas veces bromeaba conmigo y trataba de llamarme la atención, yo estaba eufórica y saltaba de alegría mientras que Julián sufría por amor y yo no lo sabía. Hasta que un día Manuel me besó, estábamos en la plaza, él con sus amigos y yo con Patricia y otras amigas, yo me alejé un poco de las chicas y él me siguió y me besó apasionadamente. Lo sentí y lo amé más aún , Manuel me confesó su amor y yo el mío. Así se volvió mi amado novio. Lo pasábamos tan bien juntos, reíamos y nunca peleamos. Si yo lloraba él lloraba conmigo, si yo reía él reía conmigo, vivíamos juntos. A mi mamá le encantaba recibirlo en mi casa y a papá le parecía un buen chico.

Pasó tiempo y nada cambiaba, yo era feliz pero comenzaba a alejarme cada vez más de mis amigos. De lo único que hablaba con Patricia era sobre como me trataba mi adorado Manuel, él no tenía ojos para nadie más que yo y yo no tenía ojos para nadie más que él. Éramos uña y carne.

Después de estar siete meses juntos comencé a ver que Patricia me esquivaba, hablaba y hablaba con Julián pero siempre lo veía triste. Nadie escuchaba mis adoraciones a mi maravilloso novio. Pronto comencé a darme cuenta que ya nada era como antes, ni siquiera Manuel. Estaba más distante y seco pero no dejaba de ser cariñoso, Patricia ya ni me hablaba y solo me quedaba Julián. Esa noche me acerqué a la casa de mi amigo y él me lo confesó todo.

“Valeria, me dejaste sin palabras el primer día que te ví. Sentía un gran logro al tenerte como amiga pero desde que conociste a Manuel mi vida dejó de importarme y todos éramos invisibles para tí”. Un nudo se formó en mi garganta y noté como las lágrimas brotaron de mis ojos. Julián se inclinó y me besó, pero, por más que yo quería amar a Julián, no sentía nada por él.

Deseaba devolverle ese beso dulce que él me dio, pero solo pude abrazarlo. No podía dejar de amar a Manuel, aunque sabía perfectamente que él no sentía lo mismo que yo siempre sentí. Yo sentía puro amor por él mientras que Manuel solo me daba cariño y popularidad.

Terminé cortando con Manuel. Todas las noches lloraba y sentía que tenía que volver con él, pero no podía. Tampoco volví con Julián, por dos razones: una, no lo amaría nunca y dos, jamás podría cambiar a mi gran amor.

Decidí quedarme soltera un tiempo, pero ese tiempo se alargó años y yo jamás pude volver a ser la misma Valeria de antes.

AUNQUE PAUL YA NO ESTE AQUI, JAMAS LO OLVIDARE


Yo conocí a un chico llamado Paul. Él era muy lindo y buena onda. Me trataba super bien y siempre estaba al pendiente de mí. Empezamos a ser amigos cercanos y luego salíamos al cine, a comer y a lugares, total, eran citas. Fue cuando en serio caí enamoradísima de él y sentí que se dió cuenta. Me dijo que me amaba con todas sus fuerzas y que desearía mucho poder ser mi novio y vivir conmigo, darlo todo por estar conmigo, tener hijos y casarse conmigo.

Le pregunté porque el “desearía” y me enteré de que tenía un gran tumor en un riñón y que pronto moriría. Me dijo que quería pasar conmigo el resto de su vida, que aunque quedara poco, nunca me abandonaría.

Entonces una noche, regresando de una de sus últimas fiestas, tuvimos sexo. Fue una de las noches más maravillosas y deliciosas en mi vida, algo que jamás olvidaré. Lo repetimos cada día, porque le quedaba cada vez menos. Yo solo oraba porque viviera más, lloraba y sufría por no haberlo conocido antes. Sentir su cuerpo unido con el mío fue como estar en el paraíso, sin limites ni reglas.

Comenzó a faltar a clases, rara vez contestaba mis mensajes y mis llamadas, y poco a poco dejé de saber sobre él. Le pregunté a sus padres qué sucedía y me dijeron que estaba por morir, con lágrimas en los ojos.

Fui a verlo a la clínica, estaba muy desgastado y apenas me reconoció. El doctor me explicó que moriría pronto a menos de que encontrara un donante. Entonces, me recorrió por la mente la idea de donarle mi riñón. Le pregunté al doctor si había una posibilidad, me hicieron exámenes y salió positivo. 

Un día antes de nuestro transplante, él murió. Se me desgarró el corazón, me moría. Esa noche, pude hablar con él. Me dijo que pasara lo que pasara, me agradecía muchísimo todo lo que hice por él, lo que sentía por él era mutuo. Me dijo que era lo mejor que le había pasado en su corta vida y que algún día, nos volveríamos a ver. Me dijo que esperaba que ese día no fuese pronto, porque deseaba que yo viviera mi futuro, un largo futuro. Que tuviera hijos, que tuviera a mi príncipe azul y que fuera feliz.
 
Yo le dije que era incapaz de olvidarme de él y seguir como si nada. Entonces el se quedó callado. Una lágrima recorrió su mejilla. Entonces, me dijo que fuera felíz, que nada ni nadie me detuviese. No quería ser la causa de mi tristeza ni el por qué no viví mi vida. Quería que siguiera adelante, como si no lo hubiese conocido de tal manera. Pero que jamás lo olvidara. Entonces me abrazó y me besó como nunca. Juraría que duró años ese beso, estaba tan enamorada y asustada…

Ahora, que ya pasaron doce años, comprendí que el tiempo era la única cosa que podía sanar las heridas que provocó el amor, además de que era el único que podía comprenderlo. Y aunque Paul ya no esté aquí, jamás lo olvidaré. Yo tengo a mi esposo, que amo demasiado pero jamás será como Paul. Y el me comprende y me justifica, no me juzga. Tengo a mis dos hijos, Natalia y Rodrick. Sé que Paul ahora está en un lugar mejor, y también sé que el está acompañandome siempre en cada acción que realizo, en cada instante. Y cuando nos volvamos a ver, yo seré la mujer más feliz del universo.

UNA PROMESA OLVIDADA


Lo conocí cuando tenía 20 años, cuando no sabía de amores ni ilusiones, cuando no me conocía ni a mí mismo.

Por razones laborales viaje a una ciudad desconocida. Una pequeña ciudad, pero mágica, calurosa, de calles amplias y tranquilas, de pocas luces, con un hermoso puerto donde llegaban buques. En aquel entonces no tenía inconvenientes para coquetear con quien me fuera posible, solo coquetear claro está, siempre he sido un calienta huevos como dicen acá en Colombia. (Es la persona que coquetea que molesta y que al final no sale con nada, ese era yo)..

Lo conocí en aquellos días. Me lo presentó un conocido. No era mi amigo, apenas habíamos entablado conversación un par de días atrás. Entramos a su apartamento y el muchacho estaba acostado semidesnudo por el calor, aún no olvido sus bóxer color naranja con un tribal. Sin embargo aquel muchacho se achanto al tener visita y encontrarse en aquellas fachas, por decirlo así, aunque ante mis ojos era un Apolo, perfecto desprotegido. Aquel chico no hablo mucho así que me terminé aburriendo. Con un hasta luego regrese a mi casa, pero en mi mente quedo la imagen de aquel chico que ni su nombre recordaba.

Pasaron dos días, y estando en mi trabajo recibí una llamada, y ¡oh, sorpresa! Era aquel muchacho, el los bóxer naranja, quedó frío, pero emocionado. Era el mismo que me habían presentado y me había dejado como 
idiota.

Hablamos por teléfono y me comento que tenía ganas de conocerme que no tenía casi amigos, además que vivíamos a una cuadra. No era difícil, yo vivía solo.

Hablamos durante mucho rato y quedamos de vernos en mi día de descanso. Queríamos hablar en plan de amigos, hablar solamente, eso habíamos aclarado por teléfono. Llegó el día de la cita, le di las indicaciones y llegó donde yo tenía una apartamento rentado. Aún recuerdo la luz de mi habitación. Era un bombillo de color azul el cual contrataba con las paredes blancas y las sábanas azules. Era perfecto para el calor que hacía.

A las 7:00 pm llego a mi apartamento, lo logre detallar. Bien moreno, ojos achinados, cejas pobladas, no podía disimular que mi presencia le agradaba, tal vez más que mí. Parecía feliz, estando en conversación de cuyos temas no recuerdo, pues estaba más pendiente de sus celas y sus labios. Pasó una hora y una llamada interrumpió aquel momento, era su hermano con quien compartía apartamento.

“¡Qué embarra que se tenga que ir ya!” pensé. Quería hablar más, conocerlo, mirarlo. Las solas miradas eras placenteras.

Se despidió de mí como amigo y desde su casa espesamos a escribirnos mensajitos desde el móvil. Tales como: “¿Cómo le había parecido? ¿Le había caído bien?”… esas cosas. Me dijo “Usted es muy guapo”. Yo quedé como bobo, porque me parecía el chico más irresistible a pesar de haber tenido dos novios y unas cuantas novias, nadie me había hecho sentir tal emoción. Continuamos hablando hasta altas horas de la noche, me expresó que si podía regresar y charlar hasta la madrugada, que no podía dormir. No había forma negarme, quería verlo.

A los 10 minutos estaba en mi apartamento mirándonos y sonriendo, sentados en mi cama como dos niños, sin saber que preguntar. En ese momento estire la mano y terminamos con las manos cogidas, a paso lento, temblaba. Yo no era el único, él estaba aterrado. Después de habernos cogido las manos, nos abrazamos, nos dimos un beso. ¡No lo podía creer! Esa noche durmió en mi casa, en mi cama, a mi lado. No era algo sucio, ni depravado, ni pasajero, así lo sentía. Era algo tiene y dulce, sin afanes de que ocurriera algo.

Empezamos un noviazgo a partir de ese momento. Se quedaba conmigo casi todas las noches, hacíamos el amor, nos duchábamos juntos… Pasaron 4 meses de intenso placer y enamoramiento creo yo. Sólo él me importaba, sólo quería estar a su lado y siento que él lo deseaba también.
En el trabajo tenía algo de inconvenientes por esa razón me toco renunciar y a raíz de eso viajar a otra ciudad, (no mi ciudad). Fue duro despedirme del que yo decía era mi amor, pero no podía permanecer allí por distintas razones. Quería llevármelo conmigo, pero mi situación económica no pasaba por el mejor momento. Hicimos una promesa “Yo me ubico y tú te vas, te esperaré”. Qué iluso el, pero como culparlo si yo también era iluso pretender llevarlo conmigo a un lugar que ni yo mismo conocía.

El día de mi viaje, a las horas de la madrugada, salía mi transporte rumbo a otra ciudad lejos de quien hasta ese entonces había significado todo para mí, aquel a quien llamaba mi niño, sin importar que fuera de mi misma edad, a mi Richard, mi todo cuyo nombre no había mencionado. Viajé a muchos kilómetros de distancia, y nunca olvide la promesa solo la distancia hizo que no se luchara por aquello que en un momento había sido la mayor felicidad.

Pasaron cuatro años en los cuales nos llamábamos, nos extrañábamos, pero no hacíamos nada. Eso sé que había quedado en las palabras y en la distancia de unos sueños rotos.

A los 4 años nos volvimos a ver. El cambio era evidente, mi cabello dreads, mi forma de vestir diferente. En cambio su físico se alejaba mucho ya de un ser masculino, cabello tinturado, corte de cabello en flequillo con capas, su forma de vestir se asemejaba más a los jeans que usan las chicas.

No lo soporté, el tiempo había pasado, las cosas habían cambiado, mi chico ya no era él. La sociedad lo había trasformado, sus amistades actuales, mi ausencia había hecho que se aferrara a cualquier cosa y había cambiado.

Vivió en mi ciudad y solo nos vimos dos veces. Sus sentimientos decía que eran los mismos, pero los míos ya no. No era mi Richard, ya no era él.

jueves, 24 de octubre de 2013

EL AMOR DEJA HUELLAS, NO CICATRISES



Mi historia comienza cuando ingresé a la universidad de mis sueños. Recuerdo mi llegada. Como de costumbre, muchos te acogerán, otros te rechazaran, pero lo más importante es que siempre conseguirás a personas dispuestas a ser realmente tus amigas. En especial, encontré a un chico de ojos azules, pelo castaño. Les confieso, la verdad, logré quedarme paralizada por un buen tiempo, mi corazón empezó a latir fuertemente, fue algo impresionante al momento de conocerle. No tengo palabras para explicarlo. Me enamoré, es verdad.

Han escuchado un dicho que dice “amor a primera vista”. Pues sí, ese fue mi caso. En una semana de haberle conocido, se fue intensificando mucho más lo que sentía por él y nuestra amistad era más fuerte, pero él aún no notaba en mí el deseo que tenía de abrazarlo y sentir sus labios sobre los míos. El miedo a ser rechazada pudo más que mi corazón.

Pasaban los días, pero él con la misma actitud hacia mí. Mas el sentimiento me estaba pidiendo que le confesara la verdad, hasta que por fin tome la decisión, dije “ya no más con este silencio”.

Fue en mi apartamento. Allí, en ese sofá grande de color rosa, realizando una actividad musical que pude expresarle lo que sentía. Todavía recuerdo ese momento. Ustedes se preguntarán como estaba yo. Les respondo: el corazón se me quería salir, pero lo que él me respondió fue más fuerte, que hizo que mis ojos se aguaran de la alegría. Me dijo que por todo ese tiempo, había y seguía sintiendo lo mismo por mí que yo por él, callando por miedo a que yo no sintiera lo mismo.

Para no irme tan lejos, nos hicimos novios. Al comienzo todo era color de rosa como una ilusión, como el cuento de hadas que imagina toda mujer en su primer relación, pero como en toda historia de amor el tiempo fue el comienzo de las discusiones entre los dos, palabras no vulgares, pero si dolorosas: “nos alejábamos sin esperanza de volver”. Mas esta esperanza se apoderó de nuestro ser, era tan grande nuestro amor que aun en la distancia nos pensábamos, aunque siempre reinaba un poco el orgullo, siendo mentirosos con nosotros mismos sin aceptar la realidad. Sufríamos, para qué mentirles, porque el verdadero amor es sufrido. Asistíamos a la universidad y ni siquiera nos dirigíamos la palabra. Cada quien por su lado, pero a la misma ves en el mismo sentir.

Llegó el tercer semestre y sin hablarle, entonces tome la decisión de salirme de la universidad e irme de la ciudad, pensando en que eso calmaría mi dolor. Pero qué ignorancia era la mía. Se lo conté a una de mis mejores amigas, ella sabía que los dos nos amábamos, aunque no lo reconociéramos, era como el puente de nuestra unión. Entonces, luego de comentarle, se fue de mi lado, sin saber para donde. Volviendo ella, me encuentro con la sorpresa, ese mismo joven simpático que se había robado mi corazón hace un tiempo, estaba presente, su lindo rostro, ¡ah, su nombre! Cristopher. No me dijo nada, solo extendió sus brazos hacia mí, y me abrazo fuertemente.

Juntos, hechos un mar de lágrimas unimos nuestros labios, luego empezamos a dialogar y nos dijimos, ambos nos amamos con el amor verdadero, quien nos podrá separar si estamos enlazados por lazos de amor celestial, pidiéndonos perdón y agradeciéndole a Dios por ser el autor de ese sentimiento tan maravilloso y, sin igual, tomamos la decisión de que aunque hubiera dificultades siempre íbamos a estar juntos.

Amar no significa no tener problemas, amar significa estar unidos aún en ellos, significa dejar huellas, huellas que pueden comenzar como negativas, pero que sean transformadas a positivas por ese mismo amor. Amar significa no dejar cicatrices, sino eliminar la marca de las mismas.
Sólo el amor lo puede todo, créelo, siéntelo y lo verás hecho realidad.