jueves, 31 de octubre de 2013
NUNCA ME CANSARÉ DE ESPERARLA
No sé que tiene, que me encanta. Su pelo largo y castaño, sus ojos enormes color miel, sus labios perfectos que esconden la más hermosa de las sonrisas, su piel morena. La dulzura de su mirada o su voz. Simplemente, me parece la chica más maravillosa del mundo.
Aún recuerdo cuando la conocí. Fue especial. Estaba jugando con mi mejor amigo al volley en la orilla de la playa de San Fernando, cuando la vi pasar por mi lado con otra chica. Llevaba un bikini azul oscuro que resaltaba el color de su piel y se estaba riendo, con una risa que me cautivó. Recuerdo, que la seguí con la mirada. Fernán (el amigo con el que estaba jugando al volley) me llamó varias veces, pero yo no lo escuchaba. Solo tenía oídos y ojos para aquella niña.
Mi amigo se me acercó. En ese momento lo miré y le dije que quería seguir a las dos chicas del bikini azul y rosa, que se estaban alejando en dirección a las rocas. Mi amigo se rió, me llamó pillín y me acompañó.
Íbamos detrás de ellas, acercándonos cada vez más. Necesitaba saber su nombre. Hubo un momento en el que no sabía si hacerme el loco, o salir corriendo. Ese momento llegó cuando la chica perfecta y su amiga se giraron muy serias y se nos quedaron mirando.
Fernán les guiñó el ojo y me llevó del brazo hacia ellas. Mi mirada se quedó fija en sus ojos. Cuando estaba muy cerca me quería morir de la emoción. Las chicas se miraron entre sí, y nos preguntaron que queríamos. Fernán les dijo que yo quería seguirlas. Mi amigo era un auténtico bocazas, en ese momento quería que la tierra me tragase. Lo único que se me ocurrió decir fue que no era cierto.
Eché un vistazo al rostro de la chica perfecta, su mirada mostraba perplejidad. La chica del bikini rosa empezó a reírse. Fernán, la acompañó. Pero la chica perfecta y yo estábamos en silencio, mirándonos.
Le pregunté su nombre. Alejandra, el nombre era tan bonito como ella. Me encantaba. Yo le dije que me llamaba Juan Carlos. Ya sabía su nombre, solo me faltaba saber la edad. Iba a cumplir 15 años en agosto, era un año menor que yo. Perfecto. En ese momento Alejandra y Marina (así se llamaba su amiga) dijeron que tenía que marcharse, que un grupo de amigos las esperaban en la arena de atrás de las rocas, estaban haciendo un picnic. Oír que se marchaba me hizo sentir un pinchazo en el estómago. Pero aquella tristeza desapareció cuando Marina dijo, que podíamos ir con ellas si queríamos. Enseguida aceptamos. Se notó que Fernán quería estar más tiempo con Marina.
Pasamos las rocas, y allí había un grupo de cinco chicos y dos chicas. Comimos todos juntos, entre miles de risas, contándonos chistes y conociéndonos. Yo no dejaba de mirar a Ale (así la llamaban todos). Ella me devolvía la mirada. ¿Le habría gustado yo?
Todos fueron a bañarse, yo también iba a hacerlo, pero de pronto Ale dijo que se quedaría tomando el sol un rato. Era mi momento para estar con ella a solas. Le comencé a hablar, me sentía más seguro e incluso más ilusionado que antes. Hablamos de todo, y sin darnos cuenta ese día nos habíamos contado todo, los novios que habíamos tenido, como se llamaba su perro, anécdotas, nos intercambiamos el Messenger.
Nos reímos mucho. Me gustaba verla sonreír, y me sentía bien viéndola feliz. Era mi amiga, eso era un gran paso.
Pasaron los días. Al poco tiempo Fernán y Marina comenzaron a salir. Se notaba que se gustaban. Yo cada vez estaba más enamorado de Alejandra. Éramos muy buenos amigos, quedábamos mucho, solos, acompañados, hacíamos muchas cosas juntos, nos contábamos los problemas.
No me atrevía a decirle lo que siento. Porque ante todo era mi amiga, no la quería perder. Pero un día que fui a verla a su casa, la vi con otro. Y desde ese día no volví a llamarla, ni a dirigirle la palabra. Me dolía, me dolía mucho. No soportaba saber que otro tenía lo que yo no, el amor de Ale. Aunque ella me buscaba, yo siempre la rechazaba. Bueno, si ella era feliz, pues ya está eso me bastaba, pero no quería volver a estar con ella ni un segundo más, quería olvidarla. Ni siquiera la felicité en su cumpleaños.
Fernán y Marina llevaban 5 meses juntos, y 5 meses sin ver a Alejandra, y cada día la quería más. No la olvidaba, la imaginaba besando a otro. Me moría.
Aquel día todo cambió, cuando pasé por la playa, justamente la parte donde la vi por primera vez y ella estaba allí, llorando. Corrí a ella y la abracé. Rompió a llorar más fuerte aún. Cuando se calmó me dijo que su novio la había dejado, y que encima a su prima le habían descubierto un tumor cerebral. Estaba destrozada. No se merecía pasarlo así. Quise ir a matar a su ex-novio, pero lo del tumor era muy grave y solo los médicos tenían la solución.
La consolé, la animé, le pedí perdón por no haber estado con ella en todo este tiempo y le juré que siempre lo estaría y que podía contar conmigo.
A los dos meses su prima murió, y yo estaba con Alejandra a todas horas, en todo momento. Necesitaba máximo cariño. La vida le había jugado una mala pasada.
Pasaron 7 meses. Ale lo tenía más o menos superado, ya era más la de antes, la chica sonriente y feliz de la que yo me enamoré. Al año siguiente, seguíamos siendo amigos. Y nada cambió, lo seguimos siendo. Volvió a salir con otro, y yo… no he vuelto a salir con nadie, tengo muy claro que la esperaré, y nunca me cansaré de esperarla, porque si nací fue para amarla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario