domingo, 6 de octubre de 2013

ROSAS Y ESPINAS



El rosal estaba orgulloso y engreído de sí mismo: "mis flores son las más hermosas que El Señor ha creado; no hay en mi nada malo".

Las otras florecillas, le recordaban que también tenía espinas. Pero él insistía que sus espinas no hacían mal a nadie.

Sucedió pues que vinieron hombres y mujeres a recolectar rosas, y el rosal se enorgulleció aún más, preguntó para quién eran, y le dijeron que para arrojar al paso de un joven carpintero que había resultado ser el rey del pueblo.

Al otro día el rosal contemplaba cómo al paso de aquel joven subido a un burrillo, la gente cubría el camino de pétalos de rosas. Al tiempo que gritaban: "Viva el hijo de David".

"Véis dijo a las otras plantas, los pétalos de mis rosas han servido para honrar al Mesías. Soy la mejor planta".

"Tienes espinas", dijeron las demás.

"Con las que no hago daño a nadie, son una autodefensa".
Pero cinco días más tarde vinieron unos soldados, y se acercaron al rosal, eran malencarados, y tenían el rostro lleno de odio.


"Aquí encontraremos lo necesario para honrar al rey de los judíos como se merece". La planta, pensó que venían por más rosas, e inclinase para facilitar su poda, pero los soldados la apartaron bruscamente, y tomando unas tenazas en la mano, le dijeron: "no rosal, lo que queremos son tus espinas."

El rosal nada pudo hacer por impedirlo. Con sus espinas, los soldados de Roma confeccionaron la corona que clavaron en las sienes de aquel hombre inocente, el más inocente y justo de los hombres. Del hijo de Dios.

Al otro día, el rosal lo vio desde su monte clavado en la Cruz, y sintió vergüenza y pena al mismo tiempo. 

"Soy la peor de las plantas, por mí le han hecho daño a un inocente".


El ángel de la guarda de las plantas le dijo: "No eres la peor, recuerda que de ti salieron los pétalos que arrojaron sobre Él el día de su triunfo. Y esta corona, hecha con tus espinas, es cierto que lo hace sufrir, pero con ella está consiguiendo como rey montones de súbditos. En cuanto a ti, rosal, no eres mala ni buena, eres una planta, que tiene flores y espinas. Y no debes volver a olvidarlo.

¿Y nosotros lo olvidamos, vemos; sólo nuestro lado bueno, nuestras virtudes. Lo agradable y amable que somos con los demás, y nos olvidamos de que también tenemos espinas (defectos) que a veces son más que los pétalos (virtudes)?.

Debemos reflexionar. De que aunque haya alguno que pueda considerarse un rosal, no olvide que las rosas tienen espinas.

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