miércoles, 9 de octubre de 2013
LA MADRE MÁS MALA
Yo tuve la mamá más mala en el mundo entero. Mientras que otros niños comían dulces para el desayuno, yo tenía que comer cereal, huevos y tostadas. Cuando otros tenían Coca-Cola y dulces para el almuerzo, yo tenía que comer arroz, habichuelas, etc. También para la cena nos hacía comer diferente a los demás niños.
Pero yo no era la única que cargaba con este sufrimiento. Mi hermana y mis dos hermanos tenían la misma mamá mala que yo tenía. Mi mamá insistía en saber dónde estábamos todo el tiempo. Ella tenía que saber quiénes eran nuestros amigos y qué hacíamos. Insistía en que si íbamos a estar una hora fuera de la casa, debía ser una hora o menos, no una hora y un minuto. Cada vez que queríamos hacer las cosas a nuestra manera, nos castigaba. Pueden imaginarse, pegarle a una nenita sólo porque desobedece? Ahora pueden darse cuenta lo mala que era mi mamá. Lo peor es esto que les voy a contar.
Teníamos que estar en la cama a las 9 p.m. y levantarnos temprano al día siguiente. No se nos permitía dormir hasta el mediodía, como a nuestros amigos, así que mientras ellos dormían, mi mamá tenía el valor de despertarnos para trabajar. Teníamos que lavar platos, hacer las camas, aprender a cocinar y hacer toda una serie de trabajos crueles. Yo creo que ella se quedaba despierta por las noches, tramando trabajos malos para que nosotros los hiciéramos al otro día.
Siempre insistía en que dijéramos la verdad y nada más que la verdad, aunque nos costara casi la vida. Cuando llegamos a la adolescencia, ella era entonces más sabia y nuestra conducta empezó a ser más vigilada. Nada de correr a la primera bocina que sonara. No podíamos comprometernos a salir por nuestra cuenta, sino que nuestros amigos y amigas debían venir hasta la puerta a buscarnos y así ella podía conocerlos. Después de los quince años nos dejaba ir a las fiestas de la escuela y a la iglesia solamente. Mi mamá era un fracaso total como mamá.
Fíjese de todo lo que nos privó participar: nunca hemos sido arrestados por la justicia, no peleamos con nuestros cónyuges, no jugamos a las cartas por dinero, no fumamos, ni tomamos licor. Tampoco usamos drogas. Hay tantas cosas que nuestros amigos hicieron y que nosotros nunca hicimos! Nuestra mamá nos forzó a crecer con temor de Dios, a ser educados y a ser adultos honestos.
Yo estoy tratando de levantar mis tres hijos usando a mi madre como ejemplo.
Me siento orgullosa cuando mis hijos me llaman mala. Reflexione usted, le doy gracias a Dios por haberme dado la mamá más mala del mundo entero.
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